El día en el que llegó el invierno de golpe y me agarró en la calle sin paraguas ni ropa adecuada ni nada.


Nunca fui un bicho antisocial
sino más bien todo lo contrario
me gustaba hablar con desconocidos
reírme con ellos y de ellos
según lo ameritara la ocasión.
Cínico sí,
siempre, mucho,
digo las cosas cuando me da la gana
no miro dónde ni a quién,
soy lo peor,
soy lo peor, vicio.

Y hoy, como si existiera algo 
más allá de lo que podemos ver
y ese algo me estuviera castigando  
tuve mi propio equinoccio personal
que llega cuando quiere, un mes tarde,
me agarró el viento
el agua helada
el maremágnum de nubes y de rayos
como un cagadero al revés
y me vi en medio del descampado
sin un techo, una choza, una cueva
nada
nada
pero nada donde guarecerme.
Corrí endemoniado
montado en cólera
-que está muy bien pero no sirve para ir más rápido-
esquivando la lluvia ácida 
de gentuza contrahecha
que hacía retumbar el suelo
con el peso de elefantes en arenas movedizas
como bombas pisándome los talones
y no sirvió de nada
patear a los que estaban 
explotados en mi camino 
con los sesos desparramados 
melones podridos llenos de sangre y cosas raras.
Una estríper con los dientes podridos
babeando merca por las narinas
me vio y desde el suelo 
su boca pintarrajeada de rojo hematoma
gritó LA PUTA QUE TE PARIÓ
cuando la aparté de un palazo hacia un lado,
un mentiroso compulsivo me gritaba
esto, aquello, lo otro y lo de más allá,
pero no había tiempo para contemplaciones:
le hundí el talón en la nuca y la mandíbula le crujió
una nuez partiéndose irreversiblemente en dos.
Corrí y corrí 
un metro delante de mi propio cuerpo
pero todo me cayó encima
y también a mí 
me reventó como a la pobre perra aquella 
que vi por la ventana de mi casa
justo cuando un coche le pasaba 
por encima de la cabeza
por encima de los gritos de su dueña.

Al menos,
anoche soñé que Madonna era amiga mía y nos íbamos de fiesta juntos.

1 comentario:

andrea dijo...

Muy loco el texto! Es interesante leerte!